Por Carolina Neira Campos

Muchas veces hemos escuchado que debemos ser mejores. No sólo en el ámbito empresarial, sino también en nuestra propia vida cotidiana. La mejor hija, la mejor alumna, la mejor amiga… pero ¿qué pasa si no podemos (o no queremos) ser las mejores?

En marketing hemos estudiado las estrategias genéricas, que son liderazgo en costos, nicho de mercado y la DIFERENCIACIÓN.

Esta estrategia no se basa en la simple idea de hacer las cosas distintas, sino lo esencial es lograr que el cliente/usuario lo perciba como diferente, lo cual podría justificar – si se entiende como único – un precio mayor.

La forma de perseguir esta estrategia es identificar las variables o componentes de tu producto/servicio que sean altamente valorados por tus clientes/usuarios. Entendemos que la estrategia no es hacer las cosas mejor, sino diferentes y que sea notorio para tus clientes. Si ellos no lo notan, tu esfuerzo habría sido en vano. Eso no quita de estar mejorando los procesos o cambiando maquinarias cuando lo amerite, pero no forma parte de la estrategia de diferenciación.

Esta diferencia se constituirá en tu ventaja competitiva y crea un valor distinto a tu consumidor.

Pero ¿qué cambiar para ser percibidos como diferentes? Primero podrías revisar características intrínsecas del producto y luego las extrínsecas como lo es el marketing. Te doy unos cuantos consejos para que te atrevas a cambiar:

Si logras que el consumidor perciba la diferencia, tendrás otro riesgo: tu competencia. Quienes estén desarrollando tu misma actividad se atreverán a imitarte y quizás más pronto que tarde, ya no serás diferente al resto. Esta estrategia te recompensa claramente, pero te obliga a estar atenta a los cambios del mercado.

Te invito a revisar este video muy ilustrativo de dos casos extremos de diferenciación, presentado por Luis Eduardo Barón.

leb-diferenciacionRevisa el video.

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